5 juegos para reír con el bebé
Los juegos de toda la vida para bebés son clásicos por eso: porque han sido utilizados por madres, padres y abuelas durante generaciones desde tiempos ancestrales. ¿Y por qué? Porque funcionan. Porque a los niños les encantan. Porque se adaptan a su momento evolutivo y conectan con nosotros a través de esas canciones, rimas y movimientos.
Los bebés no necesitan juguetes muy grandes, ni técnicas hipersofisticadas para divertirse: su juguete favorito somos mamá, papa, y un montón de cariño con un punto “gamberrete”.
Estos son los básicos que repetirás una y mil veces con tu chiquitín, adaptados a vuestra personalidad y vuestra forma de jugar:
Índice de contenidos
1.- Cucú-tras
Te pones frente a tu bebé, cerquita, y te tapas la cara con las manos o con un cojín mientras dices “cucú…”. Hasta que de pronto, descubres tu cara mientras dices “¡Tras!”. Se tronchará de risa siempre. A la milésima ocasión, también. Y si lo hacéis tapando y destapando un juguete con un pañuelo. También le encantará ser él quien se cubre la carita con las manos para sorprenderte “volviendo a aparecer”. ¿Te parece absurdo? No lo es. Este juego es tan popular en cualquier lugar del mundo que incluso han hecho estudios científicos para comprender por qué funciona tan bien.
Y han descubierto que el “cucú-tras” ayuda a los pequeños a desarrollar expectativas y que disfrutan un montón cuando estas se cumplen. A medida que se hacen mayores, también disfrutan con los cambios sorprendentes, por ejemplo, que aparezca otra persona o que cuando retiras el cojín lleves un bigote o pongas una cara que no se esperan. Y cuando son muy pequeñitos, el cucú-tras les ayuda a separarse de mamá, porque aunque dejan de verla unos segundos… ¡vuelve a aparecer! Este juego desarrolla la capacidad de atención del niño y es útil para que aprenda a aceptar tus ausencias y supere la crisis del miedo a los extraños que aparece sobre los 8 meses.
Otro estudio de la Universidad de Cambridge llegó a la conclusión de que cuando se tapan los ojos, los niños creen que son invisibles. Hicieron un estudio con niños de 3 y 4 años a los que ponían una máscara y los niños estaban convencidos de que nadie podía verlos. ¡Cómo no les va agustar un juego que les hace invisibles cuando quieran!
2.- Aserrín, aserrán…
Aserrín, aserrán, los maderos de San Juan, los del rey sierran bien, los de la reina también, también.Y los del duque…¡Ruque, ruque, ruque!
Sientas al bebé sobre tus rodillas de cara a ti, le sujetas de las manitas y le echas hacia delante y hacia atrás cambiando de ritmo mientras cantas la canción. El niño no sabe exactamente cómo os vais a balancear, y esa emoción le hace reír sin parar. Además, potencia la confianza, porque hace movimientos desacostumbrados que solo puede llevar a cabo porque tú le estás sujetando, y puede dejarse llevar. Un juego genial para fortalecer el vínculo, que también le ayuda a ejercitar su espalda.
Del mismo estilo y muy divertido también, el de “Las señoritas…. Al paso, al paso, al paso. Los caballeros… Al trote, al trote, al trote. Y los generales… ¡A galope, a galope, a galope!”. Vale, la letra no es políticamente correcta (en tan pocas palabras, un mensaje subliminal que se puede interpretar como machista y belicista). Si eso te incomoda, puedes cambiar la letra. Lo importante es que el niño esté sentado frente a ti, como en el anterior, con las manitas sujetas, y que muevas las rodillas como si estuviese montando a caballo al paso, al trote y al galope. La anticipación del movimiento más fuerte (el galope) les hace reírse sin remedio.
3.- ¡A….chússss!
Consiste en simular un estornudo… que tarda un montón en resolverse. A partir de los tres o cuatro meses les encanta. Y hacer aspavientos cada vez que él o ella hace un determinado gesto, mientras te ríes y dices “¡¿Pero bueno!!”, “¡¡Uy!! ¿Y eso….?” como si estuviese haciendo una gran travesura, a partir de los cinco o seis meses, también les arranca un montón de carcajadas. ¡Le están gastando una broma a mamá! Un juego que les anima a explorar su expresividad y su espontaneidad, a tomar la iniciativa y a interpretar tus expresiones faciales.
4. Cosquillas y pedorretas
Poco hay que añadir, es un juego movido para momentos de actividad. Hazle cosquillas por todas partes, y remata cada tanda con una pedorreta en la barriguita, sin perder contacto visual. Un chute de endorfinas (la hormona de la felicidad, que también refuerza el sistema inmune), que refuerza el vínculo y ayuda al bebé a ir generando su propio esquema corporal. Los besos son también muy bienvenidos.
5.- Pilla-pilla
Un juego que se adapta a la evolución del niño. Cuando es un bebé que aún no gatea, puedes acercarte despacito mientras mueves los dedos de las manos y repites “¡Que te pillo!”. Cuando le “alcances”, hazle cosquillas con suavidad. Si ya gatea, puedes ponerte a ras del suelo, como él, y decirle lo mismo mientras le persigues. Dale un poco de ventaja, no le atrapes nada más empezar. Y cuando ya corretea, puedes seguirle a cuatro patas o con pasitos muy cortos y elevarle en brazos para darle un montón de besos cuando le atrapes.
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