Bebés: ¿Cuándo comenzar a disciplinarlos?
En este sentido, la disciplina comienza a formar parte de nuestros deberes como padres. ¿Cómo se puede disciplinar a un bebé de un año, o aún menos? ¿Qué estrategias resultan más efectivas?
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De qué hablamos cuando hablamos de disciplina
Con disciplinar a un bebé no nos referimos a castigarlo, ¡claro que no! La disciplina se refiere a enseñarle a distinguir comportamientos esperados de comportamientos inaceptables, a canalizar sus impulsos y a evitar conductas que los ponen en peligro. En ese sentido, la disciplina comienza cuando el bebé es muy pequeño y comienza a coger objetos, y se vuelve aún más importante cuando comienzan a desplazarse y explorar su entorno.
¿Por qué se comporta así?
Comprendemos que los bebés no se comportan “mal” en el sentido de que no actúan en forma destructiva a propósito, sino simplemente porque están explorando el mundo. Para ellos, coger nuestras gafas, arrojar comida al suelo, encaramarse al marco de la ventana o coger la cola del gato son simplemente formas de conocer lo que los rodea. Por eso, de nada sirve enfadarse, gritar ni mucho menos castigarles. Debemos, en cambio, ofrecerles alternativas para los comportamientos indeseados. ¿Nos cansamos de recoger el chupete una y otra vez? Dejémoslo en el suelo. ¿Nuestro bebé tiene ganas de explorar las alturas y trepa a una silla? Démosle varias oportunidades para jugar en el parque en un entorno seguro.
Algunas estrategias posibles
Alrededor de los 8 o 9 meses nuestro bebé ya comprende algunas palabras y en ese momento podemos empezar a marcar algunos comportamientos inaceptables con el “no”. Sin embargo, si pasamos el día diciendo “no” a esto, eso y aquello, pronto conseguiremos que el pequeño no haga caso. Hay alternativas mejores. En primer lugar, prevenir: ¿no quieres que te chupe el cabello? Pues recógelo en una coleta. En segundo lugar, distraer: si está jugando con el mando de la tele, ofrécele uno viejo sin baterías mientras le quitas el de verdad. En tercer lugar, alaba los comportamientos positivos: por ejemplo, si acaricia suavemente al perro felicítalo con una gran sonrisa.
Finalmente, escoge qué batallas pelear. A veces naturalmente decimos que no por comodidad o costumbre, no porque el bebé o las cosas corran riesgo. ¿Tu pequeño quiere jugar con elementos de cocina en lugar de sus juguetes? ¿Ha sacado la ropa limpia del cajón y se la ha puesto en la cabeza? ¿Se ha volcado gelatina en el cabello? En lugar de hacer un escándalo, sonríe y toma una foto simpática.
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