Cómo afecta el cambio horario a los bebés
Este artículo trata de:
Estrés, alteraciones de sueño, mayor cansancio físico o irritabilidad son algunos de los síntomas que se pueden sentir en las 48 horas que siguen al cambio horario y que pueden ser más notables en bebés o niños.
Cualquier cambio en el ciclo vigilia-sueño del ser humano tiene su repercusión en el funcionamiento del cerebro, pero en el caso del cambio horario estacional, al ser solo una hora, los efectos son reducidos.
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Regulación tras el cambio horario
Tanto los adultos como los niños y bebés nos regulamos según las horas de luz. Es normal sentir más somnolencia e irritabilidad cuando se cambian los ritmos habituales, pero que son situaciones que suelen resolverse en las 24-48 horas siguientes sin más repercusión. Parece ser que este malestar es más frecuente en el cambio horario que se produce en otoño, ya que el cambio lleva a tener menos horas de luz.
Los ritmos circadianos
¿Has escuchado hablar de los ritmos circadianos? Se llama así a la alternancia que se produce en un día tanto a nivel físico como mental y conductual. La intensidad de luz del día influye en nuestros ritmos circadianos, de manera que los niveles de serotonina descienden si no hay luz, por lo que aumenta la secreción de melatonina (que nos provoca somnolencia).
Ya que pasamos a recibir menos horas de luz y, además, lo hacemos de golpe (de un día para otro), es normal que al principio nos afecte y nos cueste acostumbrarnos al cambio.
El cambio horario en bebés y niños
Parece que las personas de la tercera edad y los pequeños de la casa son más susceptibles de notar los efectos del cambio horario. Los recién nacidos pueden mostrar irritabilidad, llanto o problemas para conciliar el sueño durante unos días. Los expertos recomiendan ir adelantando la hora de las tomas diez minutos cada dos o tres días para facilitar que la criatura se vaya acostumbrando. Si el peque va a la guardería y nos tenemos que levantar a una hora fija, podemos hacer una adaptación gradual de la hora de ir a la cama.
Aprovechar la luz
Ya hemos hablado de la importancia de la luz como regulador de nuestros ritmos biológicos. Pero es que, además, la exposición al sol mejora el estado de ánimo (es un antidepresivo natural) y nos ayuda a sintetizar la vitamina D, lo que provoca una mejora del sistema inmunológico. Si quieres fortalecer las defensas de tu bebé, aprovecha las horas centrales del día para dar paseos y disfrutar del sol ahora que ya no es tan dañino como en verano. Esto ayudará a calmar la irritabilidad que produce en nuestro organismo el cambio horario.
Cuidado con las siestas
El cambio horario puede afectar el sueño, sobre todo el sueño de los bebés. Uno de los enemigos más peligrosos del descanso nocturno son las siestas tardías. El cambio de hora puede hacer que cuando el peque se despierte ya sea de noche, por lo que su reloj interno puede “volverse loco” y que demos al traste con unas buenas rutinas de sueño.
A partir de cierta hora, mejor intentar mantenerlo despierto con actividades entretenidas, pero tranquilas. Luego, una cena ligera, baño y su rutina de irse a dormir. En menos de una semana estará adaptado al nuevo horario.
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