La necesidad de establecer los límites
Este artículo trata de:
Las normas y límites son necesarios para los niños, ya que les proporcionarán seguridad y les ayudarán a comprender dentro de qué márgenes pueden moverse. Establecer límites será una de las tareas más importantes durante los primeros años de vida del niño.
Índice de contenidos
Los padres ante el reto de poner las normas para los niños
¿Te encuentras por primera vez ante el reto de establecer límites a tu hijo? ¿Temes ser demasiado autoritario/a, pero también pasarte de blando/a? ¿Cómo hacerlo?: pues con naturalidad y sin ningún tipo de complejos.
Del mismo modo que no dejarías a tu hijo meter la mano en el horno o dar un trago a una botella de lejía, deberías marcarle cuáles son las líneas rojas que no debe traspasar. Los niños precisan cariño, pero también unas normas y límites claros para sentirse seguros, protegidos y poder orientarse adecuadamente. Los límites dan seguridad en la medida en que indican los márgenes entre los cuales podemos movernos y ayudarán a tu hijo a crecer con equilibrio.
Pero dado que no en todos los casos encontraremos el límite de forma tan evidente como en el ejemplo del horno o del bote de lejía, habrá barreras que admitan cierta flexibilidad (por ejemplo: si los días de colegio apagamos por norma la tele a las 20:00 horas, podemos hacer una excepción el sábado porque haya algo especial que todos queramos ver). De todas formas, los niños entienden mal las excepciones. Así que, cuanto más claro estén las normas y límites para los niños, mejor.
Las normas y límites para niños dependiendo de su edad
Está claro que no es lo mismo tener que establecer límites en un niño de 2 años que en uno de seis, ya que no las entienden de igual manera. Por eso debemos de tener en cuenta algunos aspectos dependiendo de cuál sea la edad del pequeño.
Cómo establecer límites hasta los tres años
A esta edad, los niños no tienen el razonamiento suficiente y necesitan algún tipo de intervención por parte de los adultos. A veces, a esta edad, lloran o tienen rabietas porque están enfermos o tienen hambre o calor; porque están demasiado estimulados o porque se sienten abandonados. En estos casos puedes reconfortar a tu hijo para evitar que se sienta incómodo. Si, por el contrario, no hay motivo aparente para el llanto o la pataleta, prueba distrayéndole con algo que le guste o reorientando su actividad.
Cómo establecer límites entre los 3 y 8 años
En cambio, según van creciendo, los padres debemos actuar de otra manera a la hora de establecer las normas y los límites en estos niños un poco más mayores, cuando ya se encuentran en la franja de edad de los 3 y 8 años.
- Usar “cuando” y “entonces”, en lugar de emitir una amenaza: “Cuando recojas los juguetes, entonces podremos salir al parque”.
- Dale instrucciones claras, pero en un tono amable: “Por favor, lávate los dientes ya”.
- Cuando le pidas algo, hazlo de forma positiva: “Por favor, habla un poco más bajo y más calmado”, en lugar de decir “¡No grites!”.
- Puedes ignorar algunos comportamientos que no sean peligrosos: cuando está quejica y lo discute todo o cuando tiene alguna rabieta pequeña. En algunos casos, ignorar el comportamiento durante unos minutos será suficiente para que tu hijo cambie de actitud. No siempre es posible, pero es mejor prestar atención a los comportamientos positivos que a los negativos. Deberás ser tú el/la que decida qué gestos pueden ser ignorados y cuáles no.
- Distrae a tu hijo haciendo algo que le guste mucho: “Vamos a prepararnos para salir a dar un paseo” o “¿jugamos un parchís?”.
- Alaba un buen comportamiento: “Me encanta cuando me hablas con cariño, en lugar de gritarme”.
- Todo acto tiene unas consecuencias: Ésta es la regla de oro para establecer límites y normas en los niños. Es lógica pura, y es mucho más eficaz que establecer castigos, que muchas veces no tienen ninguna relación con lo que queremos corregir. Algunos ejemplos de actos negativos que tienen consecuencias que sí tienen que ver con el problema son:
Primer ejemplo:
Situación: Tu hijo tira arena varias veces a otros niños en el parque.
Consecuencia: Tu hijo ya no podrá estar más tiemplo en el parque y tendrá que marcharse a casa.
Segundo ejemplo:
Situación: Tardamos mucho tiempo en recoger los juguetes y en arreglarnos.
Consecuencia: No nos dará tiempo a salir a pasear y ese día que hace tan bueno fuera nos quedaremos en casa.
Tercer ejemplo:
Situación: Tu hijo pinta con rotuladores en la pared.
Consecuencia: El niño ya no podrá utilizar esos rotuladores que tanto le gustan.
Si, por ejemplos, en estas tres situaciones que hemos visto, castigásemos al niño sin poder ver la tele en todo el fin de semana, el acto no tendría nada que ver con el castigo que hemos establecido.
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