Marcados de por vida: así afecta la violencia a los bebés
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Su cerebro cambia
Criar a nuestros hijos en un entorno libre de violencia es fundamental para crecer en una sociedad más segura y feliz para todos, ya que se ha demostrado que muchas veces el origen del comportamiento violento y antisocial de los adultos suele estar relacionado con traumas sufridos durante los primeros meses de vida. El cerebro infantil sufre importantes cambios cuando el niño está sometido a estímulos violentos.
Según un estudio desarrollado en la Universidad de Londres, el cerebro de los niños maltratados se protege de esta agresión volviéndose “hipervigilante”. Estos pequeños viven en un estado de tensión constante porque están continuamente bajo amenaza, lo que supone una gran activación cerebral sin descanso que les provoca niveles de ansiedad muy altos y esto les traerá consecuencias académicas y sociales graves en el futuro.
Como los soldados
Para que entendamos el daño que causa este comportamiento al cerebro inmaduro de un bebé, comentar que se ha observado que las reacciones observadas en el cerebro de los bebés que participaron en el estudio fueron exactamente iguales a las de soldados gravemente traumatizados por sus experiencias en la guerra.
Esto prueba que el cerebro de un niño expuesto a violencia frecuente experimenta reacciones neuronales, fisiológicas y emocionales iguales a las producidas por traumas de guerra.
Otras consecuencias
Suele decirse que los niños tienen una gran capacidad de adaptación y que terminan superando las situaciones más adversas. Esto es cierto; los niños sometidos a situaciones extremas desarrollan una fortaleza superior a la del resto. Sin embargo, esto no quiere decir que no arrastren secuelas, heridas emocionales que son más profundas cuanto más pronto comenzara el maltrato. Algunas de ellas son:
- Dificultades para sentir: Si la violencia se ejerce desde los primeros momentos de la vida, se altera para siempre la posibilidad de diferenciar emociones: todo es igual. Los niños que no han sufrido maltrato pueden experimentar placer con el contacto físico, disfrutar con la lectura o jugando con su hermano. Los niños que han sido objeto de violencia no. Se quedan anestesiados y solo reaccionan a emociones fuertes, lo que les puede llevar, en la adolescencia, a comportamientos peligrosos o caer en las drogas.
- Repetir el círculo: Puede ser volviéndose violentos ellos mismos o acercándose a personas violentas, pero el estar sometido a estos estímulos hace que el maltrato se prolongue de una generación a otra.
- Déficit de atención: Es bastante frecuente que niños criados en un ambiente de mucho abandono o que han sufrido privaciones importantes estén totalmente despistados en clase por la misma razón: se buscan estímulos fuertes.
Aquí hemos hablado de casos muy extremos, pero es importante que reflexionemos sobre la necesidad de erradicar la violencia contra bebés y niños y pensar en cómo luchar contra situaciones como la violencia de género o el bullying para dejar una sociedad mejor a nuestros hijos.
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