¿A qué se llama “la hora sagrada”?
Desde hace unos años, los defensores del parto humanitario vienen recalcando la importancia que tiene para el lazo entre madre e hijo la primera hora que sigue inmediatamente al nacimiento. Se habla de una “hora sagrada” que es necesario que la sociedad, las maternidades y los médicos aprendan a defender y a respetar. ¿Por qué?
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El recibimiento tradicional
Lo más habitual hasta hace un tiempo era que al recién nacido se lo separara de su madre en cuanto naciera. Se lo bañara, se lo envolviera y después de realizados ciertos controles de rigor se lo dejara en una cuna, mientras a la madre se le terminaban de realizar los procedimientos de sutura e higiene después de parir. Esto sigue ocurriendo en muchas maternidades en el mundo, aunque existen numerosos estudios que confirman que no se debería separar a la mamá y al bebé a no ser que haya un motivo de peso que lo justifique.
Cómo deberían ser esos momentos
Lo ideal es que al nacer el bebé se lo coloque desnudo junto a la piel de su madre, sobre el pecho de ella. Los recién nacidos se calman inmediatamente al sentir los latidos del corazón, el calor y el olor del ser que los cuidó durante nueve meses. Instintivamente reptan hacia el pezón y comienzan la lactancia de la manera más natural posible. Durante esta primera hora (que algunos alargan hasta 90 minutos, o incluso dos horas) nada debería obstaculizar este primer contacto entre madre e hijo.
Beneficios de la hora sagrada
Al momento del parto, estamos inundadas por un torrente de hormonas, que no solamente ayudan a producir la leche que alimentará al bebé y a este a prenderse mejor del pecho, sino que nos estabilizan, nos fortalecen, refuerzan el sistema inmunológico del bebé previniendo infecciones y lo que es más importante, actúan para que surja el apego entre mamá y bebé. Los bebés a los que se les respeta su hora sagrada suelen tener beneficios tales como mejor aumento de peso, y las mujeres, menos incidencia de depresión postparto.
¿Qué ocurre con las pruebas médicas?
Ni siquiera una cesárea debería ser obstáculo para el contacto precoz entre mamá y bebé. Muchos de los controles y pruebas que se le efectúan al recién nacido pueden postergarse una hora o dos. No es necesario aspirar la nariz del bebé, ni pesarlo y medirlo de inmediato. En cuanto al vérmix (la capa grasosa que lo recubre) no ha de verse como suciedad sino como una protección contra infecciones, y por lo tanto no es urgente que el niño sea bañado.
Y en el caso de que haya que separar al bebé de su madre por algún motivo, el rol del padre es fundamental para acompañar y sostener al pequeño, y para transmitirle seguridad en sus primeros momentos en el mundo.
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