Cómo el embarazo cambia la relación con tu familia política
Es la queja más común que tienen las embarazadas: de repente, los suegros (sobre todo las suegras, vamos) se convierten en la autoridad máxima en todo lo que respecta a crianza del bebé. Incluso aquellas que hasta el momento no habían sido demasiado entrometidas, todas quieren opinar respecto a si recibirás o no epidural, si deberías ir a cesárea “con esas caderas tan estrechas que tienes”, si no es mejor pasar directamente al biberón “oye, que yo no amamanté a mi hijo y mira qué bien resultó”. Son quienes se horrorizan si decidís no bautizarlo, o no ponerle el nombre que dictaría la tradición familiar. Armarse de paciencia y mostrar un frente unido junto a tu pareja parece ser la única alternativa posible en estos casos.
Índice de contenidos
Cuando te sorprende la indiferencia
También puede darse el caso contrario: esperabas que este bebé uniera más a la familia, ya que tu pareja nunca ha sido demasiado cercano con sus padres. Y, para tu asombro, tus suegros no se impresionan demasiado con la noticia. Puede que hasta parezca molestarles el convertirse en abuelos. Lo cierto es que no están demasiado presentes, siguen sin llamar, y ya comienzas a intuir que cuando nazca el bebé no podrás contar con su ayuda. Poco es lo que puedes hacer en estos casos, ya que en el fondo la frialdad no es con el bebé, sino con el propio hijo –incluso si se la toman contigo, no están respetando la decisión que tu pareja ha tomado.
Los suegros que ayudan
Por supuesto que están aquellos suegros ideales que todos quisiéramos tener: se preocupan por tu salud y tu bienestar además de por el bebé, se interesan por los resultados de los estudios sin por eso pretender acompañarte al ginecólogo, te llaman con una frecuencia razonable, se ponen a tu disposición el día del parto sin pretender estar presentes durante el expulsivo. Son los mismos suegros que después llenarán a tu hijo de amor y de mimos, sin perder de vista que los padres sois vosotros.
¿Y qué hay de tus cuñados?
Ocurre como con las amistades: la reacción de tus cuñados (más específicamente, de tus cuñadas) dependerá de su propia situación respecto a la maternidad. La más difícil es la relación con aquella cuñada que quiere un bebé, pero no puede tenerlo aún –bien porque no cuenta con una pareja para planearlo, bien porque tiene problemas de infertilidad. En cambio, una cuñada que ya es madre, o que quiere serlo en el corto plazo, seguramente esté encantada de acompañarte en esta etapa.
Gana una canastilla con productos imprescindibles para tu bebé. Sorteamos 30 cada mes.
¡CONSIGUE LA TUYA!