Cómo tomar legumbres en el embarazo
Ya hemos subrayado, en más de una ocasión, la importancia que tiene para las futuras madres llevar una correcta alimentación. Hoy vamos a entrar en detalle en un grupo alimenticio que juega un papel fundamental en la dieta. Y es que comer legumbres en el embarazo es una opción totalmente saludable y recomendable por su enorme valor nutricional.
Las lentejas, los guisantes, las judías, la soja… aportan una buena dosis de nutrientes a las mujeres que están encinta. Por ejemplo, las legumbres durante la gestación ofrecen el ácido fólico necesario para que el cerebro del bebé se desarrolle correctamente.
Este ácido, tomado de forma moderada, permite reducir hasta en un 70% las probabilidades de que el niño sufra complicaciones relacionadas con el tubo neural, según demuestran varios estudios científicos. Un problema que puede ser muy grave, puesto que el bebé no finaliza el desarrollo de la médula espinal y el sistema cerebral. Además de aportar sustancias beneficiosas para el organismo de madre e hijo, las legumbres en el embarazo tienen un escaso porcentaje de grasas, lo que resulta idóneo para la dieta de una mujer gestante.
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Fuente de proteínas
Otra gran ventaja de estos alimentos es que suponen una buena fuente de proteínas, al igual que las carnes, pero con menos materia grasa. Por este motivo son tan recomendables, puesto que pueden incorporarse a la dieta de la embarazada sin aportar kilos de más. Las legumbres en el embarazo también ofrecen al cuerpo unas adecuadas dosis de potasio, hierro y magnesio.
Su alto contenido en fibra facilita, además, que el tránsito intestinal de la futura mamá discurra sin problemas. Y es que esta función puede verse alterada tanto durante la gestación como después del parto. Así las cosas, consumir alimentos ricos en fibras naturales puede aliviar estas complicaciones. Los especialistas en nutrición aconsejan a las mujeres que esperan un hijo tomar tres tazas o cuencos a la semana.
Legumbres en la dieta
Diseñar los menús diarios de una embarazada entraña cierta complejidad, puesto que, al tener que restringir ciertos alimentos, es fácil caer en la monotonía. Las legumbres pueden provocar hartazgo si siempre se cocinan de la misma forma. Si bien es habitual prepararlas estofadas, también es posible incorporarlas a las ensaladas, platos que resultan muy completos al añadirles garbanzos, soja o lentejas, por ejemplo.
Asimismo, las legumbres pueden añadirse a las cremas y las sopas si se trituran previamente. De la misma manera, los cacahuetes suponen un aperitivo ideal, pero eso sí, deben consumirse moderadamente.
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