¿En qué puede afectarnos el déficit de Vitamina D?
Se trata de un micronutriente indispensable para la salud de los seres humanos, especialmente para los huesos ya que esta vitamina contribuye a la correcta absorción del calcio, el mantenimiento de valores estables de tensión arterial o la correcta absorción de la insulina por parte de las células. El organismo solo es capaz de sintetizarla a partir de la radiación ultravioleta del sol.
El organismo necesita una gran cantidad de Vitamina D al día, por eso todos los días tenemos que introducirla tanto en nuestra dieta como a través de la luz del sol. Un paseo de 20 o 30 minutos bajo el sol, procurando que sea a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, es suficiente para obtener toda la vitamina que necesitamos. Aunque parezca una contrariedad con lo que siempre nos dicen, si salimos a dar este paseo lo mejor es no usar ningún tipo de protección, para que la luz ultravioleta penetre bien, por eso es importante hacerlo en horas en las que el sol no tiene tanta fuerza.
Consecuencias para la mujer por deficiencia de Vitamina D
La serotonina, hormona que se asocia con el estado de ánimo, aumenta con la exposición a la luz brillante y disminuye con la poca exposición al sol. La vitamina D es importante en la salud mental ya que una deficiencia, sobre todo en edad avanzada, puede hacernos más propensos a la depresión. Hay que tener en cuenta que al envejecer nuestra piel no produce tanta Vitamina D como respuesta a la exposición al sol. Además, los riñones se vuelven menos eficientes para convertir esta vitamina a la forma utilizada por nuestro cuerpo. Esto es debido, entre otros factores, a permanecer más tiempo en casa.
Según han confirmado algunos estudios, uno de los signos iniciales y clásicos de la deficiencia de Vitamina D es el sudor de la cabeza. De hecho, por esta razón los médicos solían preguntar a las madres primerizas si sus recién nacidos sudaban de la cabeza. El sudor excesivo en los recién nacidos debido a la irritación neuromuscular es aún descrito como un síntoma inicial común de la deficiencia de esta vitamina.
Una de las consecuencias más importantes si entramos en déficit es que disminuye la absorción del calcio a nivel intestinal y promueve el gasto del calcio almacenado en el hueso, lo que puede llevar a enfermedades como la osteoporosis a medio-largo plazo. En el caso de los niños también debemos ser especialmente cuidadosos, ya que puede provocar raquitismo, una enfermedad que debilita los huesos.
Debemos prestar atención a diversos síntomas como dolores óseos y articulares, falta de energía, debilidad muscular y agotamiento fácil al caminar, espasmos musculares o, en el peor de los casos, fracturas de huesos para saber si tenemos carencia de Vitamina D, en cuyo caso tendríamos que tomar algún suplemento.
¿De dónde obtenemos la Vitamina D?
Aunque como ya hemos comentado anteriormente que lo más importante es la luz solar para sintetizar esta vitamina, hay ciertos alimentos con altas dosis de Vitamina D que nos ayudarán a alcanzar nuestros requerimientos diarios.
El salmón es el que mayor concentración de Vitamina D tiene, por lo que debe ser un alimento básico en nuestra alimentación, al menos dos veces por semana.
La leche de vaca y las leches vegetales también son fuente de esta vitamina, que podemos mejorar si elegimos versiones con calcio añadido. Los yogures y otros lácteos como el queso también podemos incluirlos a diario en nuestra dieta así como las conservas de atún y los cereales, ya que en muchos casos ya vienen enriquecidos con Vitamina D.
Si aun así, presentamos algún síntoma de que podemos sufrir déficit de esta vitamina, podemos consultar con nuestro médico la posibilidad de tomar algún suplemento.
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