Parto, la fase de alumbramiento
Después de nacer el bebé, todavía queda la última etapa del parto: la expulsión de la placenta durante la fase de alumbramiento. En la mayor parte de los casos esta fase es corta, no presenta dificultad y no supone un sobreesfuerzo para la mujer. Si no estás anestesiada lo más normal es que sientas nuevamente una sensación de pujo a la que responderás con un empujón mucho menor que cuando se trataba de expulsar al niño, lo que te producirá alivio y expulsarás la placenta.
El alumbramiento puede producirse de dos maneras: de forma natural o dirigida. En el primer caso, es la madre quien controla el proceso, sin la intervención de analgésicos ni anestesia. En el alumbramiento dirigido, los médicos administran una dosis complementaria de oxitocina a la mujer que está dando a luz.
De esta forma, se consigue que esta fase sea lo más corta posible y que se reduzcan las posibilidades de que se produzca una hemorragia. Esta hormona también resulta esencial durante la dilatación cervical que tiene lugar antes del parto y en la recuperación del útero.
Los riesgos de la fase de alumbramiento
Existen una serie de posibles complicaciones que pueden darse cuando el alumbramiento supera la media hora. Una de ellas es la probabilidad de que tenga lugar una hemorragia después del parto. La retención de la placenta, los desgarros en la vagina y, sobre todo, la atonía uterina (falta de tono muscular en el útero) son aspectos que aumentan el riesgo de hemorragia.
Algunos especialistas coinciden en que es preferible que el alumbramiento sea natural, siempre y cuando la madre genere la suficiente oxitocina. Y es que el alumbramiento dirigido puede aumentar las posibilidades de sufrir lesiones o hemorragias. Sí existe una opinión unánime entre la comunidad médica acerca de la importancia de crear una atmósfera tranquila durante la fase de alumbramiento.
Está comprobado científicamente que un entorno relajante facilita que la madre se encuentre sosegada para encarar con calma el trabajo de expulsión de la placenta, el cordón umbilical y las membranas, además de para afrontar la recuperación postparto que tiene lugar a continuación del alumbramiento y que se prolongará durante dos o tres horas.
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