Reproducción asistida: ¿qué puede detectar una ecografía?

La ecografía es una técnica de exploración que permite observar los órganos y estructuras internas del cuerpo. Un aparato llamado transductor envía ultrasonidos a la zona que se quiere examinar y registra el eco, que se transforma en una imagen bidimensional o tridimensional en una pantalla.

El diagnóstico por ecografía es una técnica no invasiva, inocua e indolora, que está presente en multitud de momentos relacionados con la salud reproductiva de la mujer. Durante el embarazo, por ejemplo, suelen hacerse tres, una por trimestre, y también es una prueba habitual en las revisiones ginecológicas periódicas que nos hacemos las mujeres.

Cuando acudimos a un especialista en fertilidad, en la primera consulta, además de realizar una detallada historia clínica, hará a la mujer una ecografía para comprobar el  estado del útero y de los ovarios.

Con esta técnica, los médicos hacen un estudio morfológico del útero para descartar anomalías y malformaciones congénitas. También buscan la presencia de pólipos, miomas y tabiques uterinos que puedan estar afectando a la fertilidad.

Por lo que respecta a los ovarios, los ultrasonidos permiten descartar la existencia de quistes, ovarios poliquísticos y otras complicaciones.

Mediante una ecografía transvaginal se realiza, además, el contaje de los folículos antrales, los pequeños sacos de líquido de los ovarios que contienen los óvulos inmaduros, que están relacionados con la reserva de ovocitos y la función ovárica. La ecografía visualiza el número, tamaño y ritmo de crecimiento de los folículos que están madurando en cada ciclo. Esta prueba se lleva a cabo entre el tercer y el quinto día del ciclo.

La ecografía transvaginal es la técnica que se emplea, también, para detectar alteraciones en las trompas de Falopio.

Por supuesto, esta técnica forma parte de la batería de pruebas que se utilizan para detectar posibles causas de infertilidad y planificar el mejor tratamiento en cada caso.