¿Merece la pena cambiar a una alimentación ecológica?
Dice el dicho que somos lo que comemos, y lo que entra en nuestro cuerpo es lo que más tarde o más temprano determinará nuestra salud, tanto física como mental. Por lo tanto, ser conscientes de lo que metemos en nuestro organismo contribuirá a que estemos más sanos. Y es que, nuestro organismo no entiende de mayores producciones agrícolas, ni de animales a los que se administran hormonas o antibióticos para que funcionen como máquinas, sino que estamos preparados para consumir lo que la naturaleza nos ofrece en cada temporada y de forma natural, sin aditivos de ningún tipo. Por lo que la pregunta que muchas personas se hacen es si merece la pena cambiar a una alimentación ecológica. La respuesta es que sí que merece la pena el cambiar a una alimentación ecológica. Estas son algunas de las razones:
Índice de contenidos
Basta la naturaleza sola para ofrecernos productos ricos y saludables
La primera razón es que al cambiar nuestra alimentación hacia productos ecológicos estamos evitando gran cantidad de los pesticidas y tratamientos “antinaturales”. Estos tratamientos inundan día a día los campos con el fin de evitar plagas o enfermedades. Los productos biológicos, cultivados sin el uso de agroquímicos y que respetan los ritmos naturales de crecimiento, son más equilibrados y ricos en nutrientes. Es la propia naturaleza la que hace su trabajo, ofreciéndonos un producto de mejor sabor, y más saludable para nuestro organismo. No hace falta buscar alimentos fuera de temporada para cubrir nuestras necesidades, sino que el consumo en los tiempos que corresponden nos aporta todos los nutrientes que necesitamos.
Sin organismos genéticamente modificados
Cabe destacar que en la agricultura ecológica no están permitidos los organismos genéticamente modificados, algo que sí se practica en la agricultura tradicional, dando lugar a la uniformidad genética, lo que significa una pérdida de variedad, con grandes extensiones de un mismo cultivo. La versión orgánica lo que busca es impulsar la variedad genética de las especies y con ello la riqueza del paisaje de cultivo. Lejos de acercarnos más a esta tendencia, parece que en los últimos años se empeñen los mercados en alejarnos de ella, pues productos que antes sólo consumíamos unos pocos meses al año, ahora prácticamente ni desaparecen de las estanterías.
Controles exhaustivos de calidad
La tercera razón es que, la alimentación ecológica, para poder colocar el distintivo que así lo acredita, necesita pasar exhaustivos controles de calidad según el Reglamento Europeo 2092/91. Todos los elementos de la cadena productiva deben pasar por este control e inspección, desde las materias primas utilizadas para elaborar el producto, hasta el etiquetado final. Por eso debemos fijarnos siempre que luzcan en los envases el sello distintivo como producto orgánico.
Respeto por la tierra y las especies
Quizás el motivo por el que muchos creen que merece la pena cambiar a una alimentación ecológica es que la agricultura ecológica es más amable con el entorno, respeta la tierra y sus ciclos, así como las especies que de ella dependen. A través de su práctica favorece la biodiversidad y el equilibrio biológico, potencia la fertilidad natural de los suelos y la capacidad productiva de la naturaleza agraria. En cuanto a animales se refiere, se les mima en semi-libertad para evitar que el estrés pueda afectar al producto final, sin inyectarles antibióticos u hormonas en pro de una mayor producción. Su alimentación está basada en pastos naturales, leche materna preferiblemente, y piensos y forrajes ecológicos. Además, se consideran sus ritmos de crecimiento natural con unas condiciones de vida más saludable.
Sabores auténticos
Además de todas estas razones, quizás lo mejor de todo es que el consumidor final puede disfrutar de los sabores auténticos de los alimentos, el gusto original que solo puede generarse respetando el crecimiento natural de la planta. Disfrutaremos de su auténtico aroma, sabor, olor y color, y eso se nota a la hora de consumirlos y cocinarlos, deleitando a nuestro paladar con el auténtico y tradicional sabor de los alimentos.