Alentar o alabar ¿Qué hacemos con nuestros pequeños?
Este artículo trata de:
“La crianza es la gran oportunidad de los adultos para transformarse en mejores personas”.
Álvaro Pallamares
Quizá nunca nos hemos parado a pensar en la diferencia de estas dos palabras: “alentar” y “alabar”, en lo que se refiere a la educación y crianza de nuestros pequeños. Pero, si realmente queremos tener una educación consciente y una crianza respetuosa, debemos estar muy pendientes de sus significados y de las consecuencias que puede tener utilizar unas u otras.
Alentar, según la RAE, es animar, infundir aliento o esfuerzo, dar vigor a alguien o algo.
Alabar, por otro lado, es descrito por la RAE como la acción de elogiar, celebrar con palabra.
¿Notamos la diferencia entre ambas? Una sutil, pero significativa diferencia, que repercute mucho en el cómo nos dirigimos a los pequeños.
Como siempre os digo, nosotros, los adultos de referencia, somos el espejo en el que se miran nuestros niños y niñas y, por ello, debemos estar alerta y ser muy conscientes de lo que les decimos y de cómo se lo decimos.
Tan importantes son las palabras como el tono de voz que estamos utilizando, nuestros gestos, nuestra postura… En definitiva, debemos ser ese espejo real donde ellos se reflejen.
Índice de contenidos
Diferencia entre “frases para alabar” y “frases para motivar” a los niños
Frases como…
- ¡Muy bien!
- ¡Qué bonito!
- ¡Bien hecho!
- Te mereces un aplauso por lo bien que lo haces
- Me gusta mucho
- Y lo haces tú solito, qué bien
¿Te suenan? ¿Son cotidianas en tu día a día?
Quizá nunca nos hemos parado a pensar en ellas y en la repercusión e impacto que pueden tener en los niños y su autoestima. Quizá nos parezcan frases correctas, con las que animamos a nuestros pequeños a seguir haciendo las cosas “así de bien”. Quizá incluso nos salen solas, sin pensar o sin prestar atención muchas veces, simplemente contestando en “piloto automático”
¿Qué tal si las cambiamos por algo así?
- Muy bien cariño, cuéntame más acerca de tu dibujo
- ¡Ah! Y ¿qué colores has tenido qué utilizar?
- Veo que te has esforzado mucho en hacerlo
- ¿Cómo te has sentido al hacerlo así?
- Y a ti ¿Te gusta así?
- Te has esforzado mucho, cada vez lo haces mejor
¿Notáis esa sutil diferencia de la que os hablaba?
Claro que vamos a alabar a nuestro hijo o hija, pero en vez de quedarse en ese simple halago, lo que vamos a conseguir es motivarle, es que él pueda superarse, que pueda abrirse y contarte todo su proceso creativo de ese dibujo tan importante que ha hecho.
De esta manera nos estamos implicando en lo que nos está enseñando, estamos mostrando interés en ellos y en el mundo que les rodea, estamos invitando a que nos cuenten cómo se sienten, qué han conseguido.
¿No es maravilloso?
Los adultos conscientes y presentes son estos, son quienes se interesan de verdad en los niños y niñas, en sus necesidades, en sus emociones, que dejan que se expresen libremente, que no hacen juicios de valor, ni positivos ni negativos.
Por qué no es positivo alabar demasiado a nuestros hijos
Al alabar y decir lo muy bien que ha hecho algo, lo que estamos haciendo, muchas veces sin darnos cuenta, es:
- Emitir un juicio, positivo, pero un juicio
- No dar el valor que se merece a aquello que nos están mostrando
- No preocuparnos por sus necesidades emocionales
- No saber si se están superando, porque ayer mismo no se atrevían a saltar ellos solos desde ese escalón, por ejemplo
- No nos preocupamos de saber cómo han realizado ese dibujo tan bonito
Todo esto lo estamos pasando por alto.
Además, la excesiva alabanza puede generar frustración a los propios adultos, ya que muchas veces pueden notar que están en un continuo “muy bien”, “venga”, “vamos”, “es precioso” para que sus niños y niñas hagan las cosas por ellos mismos. Es decir, lo que se está consiguiendo es que los pequeños hagan las cosas por el hecho de recibir ese halago por parte del adulto, no por el hecho de hacerlo para divertirse o para jugar.
Estas situaciones de continuo halago y juicio, van a generar en nuestros niños:
- Dependencia emocional
- Angustia
- Inseguridad
- Búsqueda de aprobación constante
- Validación constante de todo lo que hacen
Y a los adultos simplemente les va a dar una falsa sensación de que todo está bien.
Sé que este patrón de elogios es muy difícil de cambiar, ya que, como he comentado, muchas veces nos sale de manera inconsciente, cuando tenemos ese piloto automático activado; lo sé, nos pasa a todos.
Cómo dejar de alabar y empezar a motivar a los niños
Lo que podemos hacer es ser conscientes, ver y analizar las situaciones en las que elogiamos a nuestros peques y ver cómo podríamos cambiar ese elogio por una motivación.
Ya que en el alentar vamos a:
- Tratarles con el respeto que se merecen
- Hacer preguntas y a interesarnos por ellos y ellas
- Tener una comunicación emocional y profunda con nuestros niños y niñas
- Llenarles de confianza y autoestima, porque van a ver que no necesitan la aprobación de terceros, sino que ellos mismos pueden hacerlo por sí solos porque les gusta
- Hacerles sentir capaces y felices
Poniendo de nuestra parte en esa parte de consciencia en nuestras palabras y nuestros actos lo vamos a conseguir, vamos a ir rompiendo poco a poco ese patrón de alabanza y vamos a pulsar el botón de stop en vez del de automático.
El camino de la crianza respetuosa no es fácil, debemos cambiar muchos de esos patrones, pero estoy segura de que es el camino correcto y feliz.
¡Gracias Familias! Y ¡Feliz Crianza!
Artículo escrito por:
Ana Torres Rojo, experta en crianza respetuosa y directora de la web Mami me mima