Anorexia nerviosa en niños y adolescentes
Este artículo trata de:
La anorexia nerviosa en niños y adolescentes es cada vez más latente. De hecho, la anorexia es uno de los trastornos alimenticios que más prevalecen en la sociedad y que, junto con la bulimia nerviosa, afectan a un 2% de la población.
Las personas que sufren este trastorno tienen como principal objetivo mantener un bajo peso corporal. Para conseguirlo rechazan la alimentación y están constantemente preocupadas por su peso y su imagen, la cual perciben de manera distorsionada.
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¿A quién afecta?
Este trastorno es más frecuente en mujeres en edades comprendidas entre la adolescencia y la adultez. En España, el número de niños y niñas entre seis y doce años que padecen este trastorno no ha parado de aumentar.
En los niños/as y adolescentes también se manifiesta de esa manera; no están conformes ni cómodos con su figura, se sienten y se ven gordos, y, para evitarlo, dejan de comer. No es algo que planifiquen, o piensen de manera intencionada, aunque su entorno intente hacerles entrar en razón y demostrarles lo contrario, ellos realmente se perciben así.
Estos niños son muy exigentes consigo mismos, en muchos casos llegan a ser incluso perfeccionistas. Por lo general, suelen tener excelentes notas en el colegio y son aceptados socialmente. Estos hechos dificultan a las familias ver el problema que están atravesando hasta que la pérdida de peso es ya muy evidente. Esta complicación para detectar el trastorno es mayor en los varones. Pero, su detección tardía en ambos sexos atrasa su tratamiento, pudiendo llegar a provocar daños irreversibles, inclusive la muerte.
Diferencias entre anorexia y anorexia nerviosa
La diferencia entre la anorexia y la anorexia nerviosa es que la anorexia es el estado o falta de apetito por distintas causas. Por ejemplo, debido a algunas enfermedades, efecto adverso del tratamiento de las mismas o incluso problemas estomacales agudos.
Mientras que la anorexia nerviosa implica que el paciente perciba una imagen distorsionada de la realidad en cuanto a su cuerpo se refiere. Acaba viéndose con mucho más peso del que tiene, lo que traduce como un problema y, por ello, tiene como principal objetivo adelgazar.
¿Qué provoca?
Ninguna persona nace con anorexia o destinada a padecerla, pero sí hay ciertos factores que predisponen a tener un mayor riesgo de padecerla, entre ellos:
- Tener un familiar directo con anorexia, por ejemplo: padre, madre, hermano/a.
- Tener o haber tenido ansiedad.
- Baja autoestima, ser muy autoexigente, perfeccionista y obsesivo con determinadas cuestiones.
- Realizar actividades que requieran mayor delgadez o mayor atención al aspecto físico.
- Tener como referente (por ejemplo en redes sociales) a personas que fomenten este tipo de actividades que deriven en tener un aspecto físico extremadamente delgado.
¿Cómo sé si mi hijo/a tiene anorexia?
En primera instancia, ante cualquier sospecha, debemos ofrecer a los niños un espacio de diálogo en el que se sientan seguros, no juzgados y comprendidos. De esta manera podremos transmitirles la confianza necesaria para que expliquen lo que sienten.
En algunos casos, ni siquiera son conscientes de lo que les está pasando ni de la gravedad del problema. Esto se debe a que tienen distorsionada su autopercepción y no entienden que no están tal como se ven. Por eso es importante hablar desde la comprensión y la empatía, para saber realmente lo que están sintiendo.
Lo siguiente que debemos hacer es acudir a un especialista. Es imprescindible atender su salud mental, pero también todos los problemas físicos que de ellos derivan. El médico podrá decirnos si su peso es adecuado o no y cómo actuar en consecuencia.
La observación por parte de la familia es muy importante y se debe atender a:
- Su aspecto físico; al principio posiblemente sea más difícil verlo, pero a medida que el trastorno avanza es más evidente.
- Atender a comentarios que demuestren que tienen miedo a engordar y señales de rechazo a los alimentos y a su propio cuerpo.
- Sospechar que se realizan medidas compensatorias, como por ejemplo, hacer ejercicio físico desproporcionado o inducción al vómito.
- Síntomas físicos, como pérdida de cabello, uñas débiles, estreñimiento, retirada o irregularidad del período menstrual.
Cualquiera de estos síntomas que puedan despertar la creencia de que el niño está sufriendo un trastorno alimenticio es suficiente para acudir a un médico. El profesional de la salud examinará su peso y nos dirá si es adecuado o no. ¿Conforme a qué? Pues acorde a la media de su edad y otras características personales (peso, constitución genética…). Si el peso está un 15% por debajo de la media, se realizarán más pruebas que ayuden a confirmar un posible diagnóstico de anorexia.
¿Cómo se cura la anorexia?
No hay un medicamento que cure este trastorno, sino que requiere de un trabajo comprometido por parte del afectado y del resto de la familia.
El primer objetivo será que el niño/a alcance un peso adecuado a su edad y características. Para ello, en ocasiones se requiere el ingreso en un centro hospitalario o la adhesión a un programa ambulatorio.
A partir de ahí, se pautará la intervención psicológica necesaria, teniendo en cuenta que el papel de toda la familia es muy importante. Por tanto, se deberá contar con ella e instruirla. Así serán capaces de llevar a cabo acciones con tal de que la recuperación del paciente sea más rápida y efectiva.
En ocasiones, la detección de este tipo de trastornos deja en evidencia otros problemas de salud mental. Algunos podrían ser trastornos obsesivo-compulsivos o incluso depresión. En este último caso, un médico especializado posiblemente recete medicación. Dicha medicación, ayudaría a su vez a superar la anorexia, ya que incidiría en el estado de su salud mental en general.
Mariana Capurro
Psicóloga, Asesora de familia en Disciplina positiva, Crianza Consciente y Educación emocional.