La ayuda de la disciplina positiva al educar a los hijos
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Cuando formamos una pareja, conocemos muchos de los gustos del otro, nos preocupamos por saber qué comida le gusta, que aficiones tiene, a dónde le gustaría viajar, qué equipo de fútbol le gusta más, si es que le gusta el fútbol y, si no, cuál es su deporte favorito, y hasta nos preocupamos por saber si en un futuro quisiera tener hijos o no. Queremos saberlo todo, compartirlo, y nos adaptamos para agradar al otro.
Sin embargo, como es bastante lógico, no averiguamos cuál es el estilo de crianza que prefieren cuando vayan a tener un hijo, y esto solo lo averiguaremos en la práctica, abordando las diferencias día a día cuando los hijos ya estén entre nosotros.
Es importante entender que todos procedemos de una familia, la cual nos ha educado con las herramientas que ha tenido y que ha podido y que, actualmente, esas herramientas, o ese estilo educativo, es el que tenemos para educar a los hijos. Por lo tanto, siendo dos personas las que forman parte de una pareja, habrá dos maneras diferentes de educar a los hijos en común, y esto no siempre es tarea fácil, sino que se descubre día tras día, a través de la resolución de conflictos que se van dando con los pequeños.
Los seres humanos repetimos patrones, y por lo tanto, a menos que tomemos consciencia de la necesidad de un cambio en nuestro estilo de vida y manera de educar a nuestros hijos, lo haremos con lo que tenemos, y no siempre la otra parte estará de acuerdo. Sin embargo, es importante tener en cuenta la necesidad de que las dos partes se pongan de acuerdo, para poder brindar a los niños seguridad, normas claras, limites precisos, y una educación acorde a las necesidades y principios de la familia.
Pero esto no siempre es fácil, por norma general, es difícil ponerse de acuerdo en muchos aspectos de la crianza, y esto es un importante foco de discusiones y enfados dentro de la pareja.
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¿Qué consecuencias se dan al educar diferente a los hijos?
Educar con estilos de crianza diferentes, o en ocasiones opuestos, no solo implica un gran desgaste en la pareja, y en la dinámica familiar, sino que también repercutirá directamente en el comportamiento y en la salud emocional de los niños.
Si no hay equilibrio en las normas y en los límites, los niños crecen con inseguridad, y les costará más respetar los limites que se les intente establecer.
Los límites y las normas son indispensables para que los niños crezcan en un entorno en el que se sientan seguros, y esto les ayudará a sentirse con mayor bienestar. Si esos limites no son claros, les costará aceptarlos, y repercutirá en el resto de los ámbitos de su vida. Tendrán menos habilidades sociales, y eso hará que sean peor aceptados por su grupo de iguales, por lo tanto su autoestima también se verá afectada, y como consecuencia de eso, posiblemente su comportamiento no sea el más adecuado, o el que esperamos que tenga, ya que un niño que se siente mal, se comporta mal.
¿Qué hago con mi pareja si no cree en la disciplina positiva?
Uno de los principios de la disciplina positiva más importante es el respeto, así que lo primero que tienes que tener en cuenta es que tu pareja tiene su propia historia, y su propia metodología, y eso se tiene que respetar. Porque además tienes que tener bien presente que su principal objetivo es el mismo que el tuyo, educar a su hijo de la mejor manera, la diferencia es que cada uno tiene un camino para hacerlo.
Si estás convencida de que la disciplina positiva es la manera con la que quieres educar a tus hijos, comienza por ti, resuelve y transmite bajo estos principios, y seguramente el entorno, y no solo tu pareja, aprendan con tu ejemplo. Verán la manera respetuosa y las consecuencias de ello en el comportamiento de tus hijos, y seguramente al ver los resultados efectivos, quieran adoptar varios de esos principios también
Otra buena idea es repartir las tareas. Por ejemplo, si crees que tu pareja pierde el control cuando tiene que pedir algo a su hijo, y este no responde, proponle que te deje resolver esa situación a ti, y ofrécele otra situación para que pueda resolver él, en la que se sienta más cómodo. Es una manera de que cada uno “elija sus batallas” según las herramientas que tenga. Y si realmente sientes que hay maneras que no quieres para tus hijos, y tu pareja está de acuerdo, pueden repartir las tareas.
Piensa que no tiene sentido y es muy desgastador y perjudicial estar corrigiendo todo el día a tu pareja cuando interactúa con tu hijo, es necesario evitar las luchas de poder, que desgastan a la pareja y perjudican al niño. Confía en que tu pareja busca lo mejor también para todos, y resolved en ausencia de los niños estas pequeñas diferencias.
Siempre puedes ofrecerle ir a formaciones, regalarle un libro, o mostrarle información sobre los beneficios de la disciplina positiva. Pero ten en cuenta que tiene que ser desde el respeto, y que se entienda como algo que puede enriquecerle y ayudarle, y no como algo impuesto. Si la persona no es consciente de la necesidad de un cambio, y no interioriza los conceptos y principios, como algo útil, necesario, y efectivo, no será posible un cambio. Por lo tanto si tu pareja decide cambiar, puedes ayudarle a tomar esa decisión, pero no puedes imponerla.
Mariana Capurro
Psicóloga, Asesora de familia en Disciplina positiva, Crianza Consciente y Educación emocional.