Elogios a tu hijo: los sí y los no
Todos los padres queremos que nuestros hijos crezcan con una autoestima alta, que aprendan a valerse de manera autónoma y que tengan confianza en sus propias habilidades. Y, cuando elogiamos a nuestro niño, estamos tratando de hacerlo sentirse bien consigo mismo. Pero, ¿dan lo mismo las clases de elogios para niños que hacemos? Por supuesto que no, de hecho, algunos elogios pueden ser contraproducentes.
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Elogios para niños: los «sí»
A la hora de elogiar a nuestros hijos esto es lo que sí deberíamos hacer:
Sí a elogiar el proceso
Es preferible alabar a tu hijo durante el aprendizaje que solamente frente al resultado deseado. De esa manera, le transmites que el esfuerzo es loable en sí mismo, aún si no alcanza la meta en un primer intento. Por ejemplo, en vez de felicitarlo por sacar un 10 en geografía, alábalo cuando lo veas estudiando con atención el mapa.
Sí a destacar aspectos puntuales de sus logros
De la misma manera, en lugar de elogios vacíos –“eres el mejor amigo”- es preferible resaltar algún aspecto concreto de su forma de actuar: “invitaste a jugar a Pedro cuando estaba solo en el parque, se tiene que haber sentido muy bien, te felicito por esa actitud”.
Sí a demostrar cariño incondicional
El niño no debe sentir que vuestro cariño depende de la cantidad de elogios que le prodiguéis. Por eso, nunca escatimad expresiones de afecto. Pasarle una mano por la espalda, darle un abrazo cuando sale de hacer un examen o de jugar un partido de fútbol; estos gestos no deben estar condicionados a ningún resultado.
Elogios para niños: los «no»
Y esto es lo que no deberíamos hacer:
No a las muletillas y frases hechas
Los elogios que repetimos a diario sin pensar “muy bien, mi amor”, “eres lo máximo, cielo”, terminan por perder valor. Los niños se habitúan a escuchar estos elogios vacíos y dejan de sonarles sinceros. Entonces, en lugar de subirles la autoestima, este tipo de elogios tienen el efecto opuesto para los niños, pues se dan cuenta de que no le estáis poniendo atención.
No a los elogios exagerados
De la misma manera, si elogiamos de forma desmedida, la alabanza se torna poco creíble. Un niño de tres años puede sentirse estupendo cuando le decimos que su dibujo “merecería estar en una galería de arte”, pero seguramente uno de seis o siete años no sienta lo mismo.
No a elogiar cosas demasiado sencillas
Si acostumbramos a los niños a recibir elogios por todo lo que hacen, perderán la motivación de intentar cosas nuevas que les resulten más desafiantes. Si elogias a tu hijo por recoger los vasos mientras tú haces el resto del trabajo, no te sorprendas si jamás se ofrece a lavar la vajilla.
No a compararlos con otros
El elogio debe referirse al niño, y si hay una comparación debe ser entre sus logros actuales y los anteriores: “Este dibujo te ha quedado mucho más colorido que el que hiciste ayer”. Bajo ningún concepto hay que elogiar al niño comparándolo con otros -¡mucho menos con sus hermanos! De lo contrario, en lugar de estimular su autoestima estaremos alimentando la competencia y la rivalidad.