¿Es tu hijo intolerante a la lactosa?
La intolerancia a la lactosa puede ser muy molesta, pero no causa complicaciones de salud a largo plazo. Es poco frecuente en los recién nacidos, aunque sí se puede dar más en los bebés prematuros, que aún tienen un sistema digestivo inmaduro. En los niños nacidos a término, es más habitual que se presente a partir de los 3 o 5 años. Y muchos adultos la padecen.
La intolerancia a la lactosa es la incapacidad de digerir correctamente el azúcar de la leche, que está presente en todas las leches de los mamíferos (también en la humana) y en sus derivados –quesos, yogures etc.-, formado por glucosa y galactosa. Si nuestro organismo no produce suficiente cantidad de lactosa (una enzima que se genera en el intestino delgado) no puede digerir bien la lactosa.
Síntomas de intolerancia a la lactosa
Los síntomas más frecuentes son diarrea – deposiciones muy abundantes con gran cantidad de líquido alrededor de olor intenso-, vómitos, dolor abdominal, cólico y flatulencias, que se inician entre 30 minutos y 2 horas después de que el niño haya ingerido algún lácteo.
Otros síntomas son cansancio, abatimiento, dolor en las extremidades, sarpullidos en la piel y trastornos del sueño. Incluso puede pasar que el niño no gane peso o se ralentice su crecimiento.
Atención, porque es posible que el niño presente intolerancia a la lactosa de la leche pero no a la leche fermentada (yogures y queso).
Los síntomas de la intolerancia a la lactosa son similares a los de la alergia a alguna proteína de la leche de vaca, por lo que conviene hacer pruebas para identificar el problema.
Prueba de intolerancia a la lactosa
Si el pediatra sospecha que tu hijo puede ser intolerante, le realizará las pruebas necesarias para realizar el diagnóstico. Las más habituales son el test de hidrógeno espirado y el análisis de la acidez de las heces, aunque muchas veces se diagnostica por los síntomas.
El tratamiento consiste en retirar la lactosa de la alimentación del niño. El especialista diseñará una dieta equilibrada para él. Pasado un tiempo, se introducen paulatinamente la leche y los lácteos en su dieta para comprobar si le sienta bien. Muchas intolerancias a la lactosa son temporales y terminan desapareciendo.
Alimentos prohibidos
Siempre debe ser el especialista quien diseñe la dieta del niño para evitar desajustes nutricionales, pero es importante recordar que muchos alimentos contienen lactosa sin que lo sospechemos:
- La leche entera, desnatada y semidesnatada.
- Lácteos: batidos, queso, cuajada, yogures, helados, natillas, mantequilla…
- Repostería: galletas, dulces, bollos, chocolate con leche…
- Cereales enriquecidos.
- Charcutería: jamón dulce, mortadelas, salchichas…
- Purés de patata y sopas precocinadas, enriquecidos muchas veces con leche o productos lácteos.
- Chuches y caramelos.
- Bechamel y croquetas.
Y la mayoría de los medicamentos en forma de jarabe también contienen lactosa.