Gestión Emocional y pasos para ayudar a nuestros hijos
Este artículo trata de:
La gestión emocional es la capacidad que tenemos de manejar de forma equilibrada nuestras propias emociones. Implica tener estrategias y habilidades para autorregularnos y modular la emoción que experimentamos.
Cuando hablamos de control, no quiere decir reprimir ni ocultar, sino responder de una forma apropiada ante determinado estímulo y/o situación. La gestión emocional no solo es importante en lo que respecta a nosotros individualmente, sino que también nos ayudará a relacionarnos mejor o peor con las personas que nos rodean. Aprender a detectar las emociones en los demás, nos servirá para saber cómo interactuar con ellos, y así también mejorar las relaciones sociales.
Es importante dotar a nuestros hijos de una buena educación emocional, no sin antes, hacerlo nosotros mismos. Ellos perciben nuestras emociones a la perfección desde que nacen, y a partir de ahí van entendiendo cada día mejor cómo esas emociones repercuten en nuestra actitud, en nuestro comportamiento, y no solo eso, sino que ellos también se ven afectados por toda esa situación, actuarán en consecuencia, y desarrollarán su personalidad condicionados por ello también. Por lo tanto, es imprescindible dotarnos nosotros mismos de las mejores herramientas para ser unos excelentes maestros y entrenadores de emociones para nuestros hijos.
Índice de contenidos
Las 3 claves de la gestión emocional
Regular: a lo largo de la vida experimentaremos infinidad de emociones, todas son válidas, todas tienen su función. Pasaremos por las más agradables y por las más intensamente desagradables. Tener una buena gestión emocional en este aspecto, significa poder controlarlas y expresarlas de una forma equilibrada. Y de no desbordarnos y responder de forma impulsiva, sino que, por el contrario, podamos modular su expresión.
Autocontrol: tener gestión emocional implica reaccionar de forma correcta ante los estímulos que nos provoca la propia emoción. Aunque las sensaciones sean realmente intensas, tener autocontrol significa responder de manera controlada y equilibrada.
Empatía: en este aspecto hay que tener en cuenta si somos capaces de entender las emociones de los demás. Tener empatía significa entender los sentimientos de las demás personas y responder de forma correcta a ello.
9 pasos para ayudar a nuestros hijos a conseguir gestión emocional
Reconocer
Es muy importante que aprendan a reconocer las emociones que están experimentando, para después poder expresarlas de una forma correcta. Tomar consciencia de las sensaciones que ello les produce, y diferenciarlas de otras, les ayudará a saber qué les está pasando. Pero también es clave que reconozcan esas emociones en otras personas, porque eso les ayudará a interactuar de forma apropiada.
Nombrar
La mejor forma de que reconozcan emociones en ellos mismos, y en los demás, es ayudarles a ponerles nombre. Muchas veces son capaces de notar que están experimentando determinadas sensaciones, pero no pueden asociarlas a ningún concepto. Ayudarles con el lenguaje emocional, les brindará habilidades para poder descifrarlas, y así poder manejarlas.
Encontrar aprendizajes
Cada una de nuestras emociones puede dejarnos un aprendizaje. Es bueno hablarles sobre ello y explicarles también cómo podría ser que se sintieran ante cada nueva emoción. Así mismo, podemos aprovechar la oportunidad para desarrollar un juego o alguna historia que refleje ese mismo aprendizaje, ya que les ayudará a asentar mejor ese nuevo conocimiento adquirido.
Validar
Si nosotros no creemos legítima la necesidad que expresa esa emoción, y no solo eso, sino que tampoco le damos importancia a la propia emoción que está experimentando nuestro hijo, le quitamos valor, o no les creemos, y estaremos dejando un aprendizaje que estará relacionado con, “no importa lo que siento”, “no valgo”, “no está bien”. Todas las emociones son válidas, hasta las que consideramos erróneamente “negativas”, porque estas también tienen una utilidad.
Autorregulación
No podremos eliminar de nuestros hijos determinadas emociones, no es bueno tampoco reprimirlas u ocultarlas. Pero lo que sí está en nuestras manos es enseñarles a autorregularse cuando experimentan una emoción muy intensa.
Da ejemplo
Los niños aprenden mucho por imitación, por lo tanto, necesitamos nosotros mismos como adultos tener una buena gestión emocional, para que ellos aprendan de nuestro ejemplo. Es importante contar con una base de conocimientos, para no transmitir una influencia negativa.
Sin juzgar
No podemos decidir qué emoción van a sentir ante determinada situación, ya que ello viene condicionado por diversas cuestiones como, por ejemplo, experiencias que se hayan vivido con anterioridad o información que se haya transmitido, que de alguna forma condicionan nuestra percepción ante el estímulo. Para los niños es muy importante sentirse aceptados, tal y como son, sin juzgar ni reprochar lo que están sintiendo, pero sí acompañando y enseñando a cómo sobrellevar la situación y regular la emoción que ésta nos provoca.
Anticípate
Los papás y las mamás sabemos bien qué es lo que les molesta y que es lo que les gusta a nuestros hijos. Es bueno anticiparlas antes de que ocurra la situación que le provoque determinada emoción, de esa forma ellos podrán ir buscando estrategias para cuando llegue el momento de afrontarla.
Empatiza
No caigas en el error de pensar en tus prioridades y en tu punto de vista, como el único existente. Los niños también tienen sus preferencias, sus propias prioridades, y experimentan sus propias emociones ante diferentes cuestiones. No serán las mismas que las nuestras, no tendrán la misma importancia para ellos que para nosotros, pero no por eso son menos importantes. Hagamos el esfuerzo de recordar cuando nosotros teníamos la misma edad que ellos hoy, intentemos comprender su situación y la forma en la que la está viviendo, para poder ayudarles de forma más efectiva.
¿Qué pasa cuando no hay educación emocional?
Cuando en la infancia no se está teniendo una buena educación emocional, notaremos que tienen poca tolerancia a la frustración, y presenciaremos rabietas más intensas. Serán niños con tendencia a ser más impulsivos y agresivos, y les costará encontrar motivación en muchos aspectos de su vida. Esto también se reflejará en la adolescencia y por supuesto, en la vida adulta. Nos encontraremos con personas que, ante una situación desconocida, sentirán inseguridad, carecerán de autocontrol, y no podrán regular sus emociones cuando éstas sean muy intensas. Les costará soportar situaciones que requieran mucha presión, y tendrán muchas más posibilidades de padecer ansiedad y/o depresión. Se estresarán con facilidad y no serán personas asertivas.
El carecer de una buena gestión emocional también provocará problemas a nivel de relaciones sociales. Les cuesta transmitir lo que sienten y entender lo que los demás están sintiendo, por lo tanto, surgen dificultades y malentendidos en las relaciones con el entorno. En ocasiones, tienden a culpar a los demás de la forma en la que ellos se sienten, sin darse cuenta de que los únicos responsables de la forma en la que se sienten son ellos mismos.
Mariana Capurro
Psicóloga, Asesora de familia en Disciplina positiva, Crianza Consciente y Educación emocional.