La importancia del diálogo entre padres y docentes
Este artículo trata de:
Nuestros niños pasan gran parte del día dentro de la escuela, acompañados por sus docentes. Además de enseñarles lengua, matemáticas, ciencias y demás asignaturas, los maestros transmiten valores e inculcan buenos hábitos. Su rol es tan importante para el crecimiento y el desarrollo social de los niños y adolescentes que es fundamental que demos a la comunicación con ellos la atención que se merece y que pongamos el foco en la importancia del diálogo entre nosotros, los padres, y los maestros.
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Consejos para un diálogo productivo entre padres y maestros
Los niños pasan 9 meses en el colegio con sus profesores, por lo que, como padres, deberíamos dar gran importancia a tener un diálogo fructífero con sus maestros.
Jugando en el mismo equipo
El principio del que siempre debemos partir cuando haya una situación de comunicación con la escuela, ya sea una reunión grupal o una entrevista individual, e incluso para las comunicaciones escritas, es que tanto los padres como los maestros deben ser aliados que persigan un objetivo en común: la educación del niño y su bienestar. Si nos dedicamos a repartir acusaciones o echar en cara al otro sus actitudes, en lugar de aliados parecemos rivales, el niño lo percibe y ello repercutirá negativamente en su desempeño escolar.
El respeto ante todo
Todo diálogo entre padres y maestros debe mantenerse dentro de un marco de respeto. Aún cuando el maestro nos cite para decirnos algo que no nos gusta oír, o si estamos convencidos de que él está equivocado y que no conoce bien al niño (o peor aún, que no lo sabe valorar) debemos mantener la compostura y recordar que somos todos adultos velando por los intereses del niño.
Aprender a escuchar
Es cierto que a veces solamente queremos que alguien nos preste atención y poder desahogarnos, por ejemplo, si estamos convencidos de que el mal desempeño del niño en sus últimos exámenes se debe a las tensiones que vive en casa frente a un divorcio, o el nacimiento de un hermanito. Sin embargo, debemos hacer el esfuerzo de escuchar también al otro y procurar prestar atención a su punto de vista. ¿Cómo podemos pretender que nuestros hijos nos escuchen si nosotros no predicamos con el ejemplo?
Aprender a aceptar
A veces, las tensiones propias de las interacciones entre profesores y padres hacen que caigamos en la tentación de hacer oídos sordos, ponernos en una actitud defensiva y simplemente descartar lo que dice el otro. ¿Cómo puede ser que el dulce y cariñoso niño que tenemos en casa se comporte de tal o cual manera en clase? Es imposible, ¿o no?
Lo cierto es que cuando nuestros hijos están en la escuela no necesariamente siguen las mismas reglas que en casa: es otro mundo al cual ellos pertenecen y nosotros no. Ya no están en nuestras manos, sino en las de sus docentes. Escuchemos, pues, lo que ellos tengan que decirnos y aceptemos que ellos conocen otras facetas de nuestros hijos que tal vez se nos escapan.