Mi hijo se muerde las uñas
Este artículo trata de:
Uno de los hábitos que intentan corregir los padres se produce al ver que su hijo se muerde las uñas. El hábito de morderse las uñas es una conducta común entre niños y adolescentes que tiende a desaparecer con la edad. Se estima que entre un 28% y un 33% de los niños de entre 7 y 10 años se muerden las uñas. Este porcentaje es mayor en los adolescentes. En torno a los 18 años, esta conducta disminuye hasta desaparecer, aunque puede persistir en algunos adultos.
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¿Por qué se da el hábito de morderse las uñas en los niños?
En la mayoría de los casos, aparece en la infancia. Los niños que se muerden las uñas, probablemente lo hagan por imitación, tratándose de un recurso que les sirve para calmarse o liberar la tensión acumulada. Con el tiempo, el hecho de morderse las uñas puede acabar convirtiéndose en una costumbre que los niños tengan no solo ante situaciones negativas, sino también cuando están desocupados o con la cabeza en otra parte. Y es que este hábito de morderse las uñas, conocido como onicofagia, se produce sin que los niños se den cuenta.
En los casos leves, el problema es meramente estético, ya que las uñas presentan un aspecto descuidado. Sin embargo, en los casos más severos, pueden aparecer pequeñas lesiones en las cutículas, deformaciones de las uñas o infecciones en la piel.
¿Qué hago cuando mi hijo se muerde las uñas?
- El primer paso es descubrir por qué lo hace y aprovechar para conocerle un poco mejor. De esta manera le ayudamos a poner nombre a sus sentimientos: nervios, emoción, aburrimiento…
- Explícale por qué no es bueno que se las muerda. Dile que si quiere puede dejar de hacerlo y ofrécete a ayudarle.
- Intenta desviar su atención hacia algo que no sean las uñas.
- Cuidar las uñas. Puedes pintarlas o poner algún tipo de brillo, endurecedor o cualquier producto cosmético que le guste a tu hijo; limarlas, mantenerlas limpias, etc. Dado que la onicofagia es algo que se hace sin darse cuenta, el cuidado de las uñas contribuirá a aumentar la atención hacia ellas.
- En otros casos, se utiliza un producto de sabor amargo que se coloca sobre las uñas, aunque no es raro que acabe comiéndose ese producto junto con la uña. Esta solución se puede utilizar simplemente para que el niño se dé cuenta de que está empezando a morderse las uñas. Si optas por esta solución, te aconsejamos que tu hijo no lo asocie a un castigo. Es mejor que piense que es una ayuda para conseguir que deje de morderse las uñas.
- En el caso de adolescentes, el uso de uñas postizas sobre las uñas dañadas puede ayudar a que las uñas naturales se recuperen y comiencen a crecer sanas.
- Cualquier técnica que ayude a tu hijo a controlar el estímulo es bienvenida. Una opción que puede resultar útil es apuntar en algún sitio los momentos o situaciones en las que tu hijo se muerde las uñas. Saber qué es lo que está pensando, sintiendo y haciendo en ese momento, puede ayudarle a darse cuenta de los desencadenantes del hábito, tanto externos como internos.
- Una vez que se conocen estos desencadenantes, el siguiente paso sería intentar controlarlos o eliminarlos. Por ejemplo, la existencia de pequeños pellejos puede provocar en el niño el impulso de morderlos para eliminarlos. Si sabes que esto le sucede, será conveniente utilizar instrumentos de manicura para su eliminación. Otras veces, el simple hecho de tener las manos libres causa esta conducta, de modo que puedes usar algún pequeño objeto para que tu hijo tenga las manos ocupadas cuando estas están libres.
- Otra técnica que puede funcionar es la de que tu hijo deje de morder una única uña, dejándola crecer y permitiendo que pueda morder el resto de uñas. Una vez habituado a no tocar esa uña, puedes añadir la prohibición a otra más, y así sucesivamente.
Si a la conducta de morderse las uñas, se unen otro tipo de conductas en los niños, como la alteración del sueño o que se pellizquen la piel, se debería acudir al pediatra para descartar cualquier tipo de patología seria.