El Síndrome de la cara vacía
Después de tanto tiempo de medidas de prevención y restricciones, la mascarilla deja de ser obligatoria y parece que a muchos niños y adolescentes, incluso adultos, la idea no les resulta cómoda. A eso hace referencia el síndrome de la cara vacía.
La mascarilla ha sido un símbolo de protección y seguridad durante toda la pandemia, pero algunos la han visto como una barrera de comunicación, limitando nuestra capacidad para percibir emociones en los demás, generando dificultades en los más pequeños que estaban adquiriendo el lenguaje, incluso provocando problemas de salud bucodental y/o cutáneos. Sin embargo, hoy se está viendo un aumento de otro tipo de problemas asociados a su uso, y son los relacionados al tener que quitársela.
Es importante destacar que no hay ningún estudio hasta el momento que haya valorado y evaluado estas diferentes características, y que el síndrome de la cara vacía no está descrito en ningún manual oficial de salud mental. Sin embargo, lo que sí podemos afirmar es que posiblemente esto se deba a la reciente aparición del problema, y también que es innegable la existencia en común de un conjunto de síntomas asociados a la inseguridad que les provoca a las personas quitarse la mascarilla, sobre todo a adolescentes.
Podemos hablar de 2 motivos principales de estas dificultades, el primero se debe al miedo que les provoca la enfermedad. Muchos de estos niños y/o adolescentes, han vivido situaciones traumáticas, como la muerte de algún familiar cercano, largas hospitalizaciones, o incluso han padecido ellos mismos la propia enfermedad con síntomas más severos. Y el segundo motivo es el que va relacionado a la sensación de desprotección y a la inseguridad que les provoca dejar la cara al descubierto, exponiendo nuevamente sus rasgos y la expresión de sus emociones.
En estas situaciones aparecen síntomas ansiosos que sin lugar a dudas comprometen la vida social de los niños, y por lo tanto, su bienestar general.
Cabe destacar, que si existe algún síntoma extremo que nos genere cierta preocupación, lo mejor que podemos hacer es consultar a un especialista para que puedan ayudarle y para trabajar otros tipos de problemas que se le podrían asociar.
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Síndrome de la cara vacía: Cómo ayudar a los niños y adolescentes a dejar de llevar la mascarilla
Así podemos ayudar a niños y adolescentes a dejar de llevar la mascarilla y superar el síndrome de la cara vacía.
Validar lo que están sintiendo
No es buena idea cuestionar lo que nos manifiestan que están sintiendo porque necesitamos que confíen en nosotros como lugar seguro y personas referentes para venir a explicarnos las dificultades que tienen. Lo mejor que podemos hacer es demostrarles que entendemos lo que nos están diciendo, y no juzgamos, sino que escuchamos y acompañamos.
Encontrar un buen momento para hablarlo
Fomentar oportunidades de diálogo para poder entablar una conversación que gire entorno a lo que le podría estar pasando, les brindará oportunidades de transmitir aquello que les da miedo, y nos las dará a nosotros para poder ayudarles. Debemos encontrar un espacio cómodo y tranquilo, y una actitud receptiva por parte de ellos. Evitar que ese diálogo parezca un interrogatorio, o una oportunidad de imponer nuestras ideas y pensamientos, e intentar que sea una charla con una gran mirada empática que nos deje descubrir el verdadero motivo que hay detrás de esa preocupación y de ese miedo.
Es una buena idea comenzar explicándoles nosotros mismos qué es lo que pensamos al respecto, qué sentimos, cómo lo manifestamos, y esperar a que al entender nuestra experiencia, sean también capaces de explicar la propia. De esa manera, podremos abordar esas ideas que nuestro hijo tiene, buscándoles alternativas más positivas y menos perjudiciales para su salud mental. Es decir, a través de preguntas de curiosidad que les podamos hacer, intentar que saquen otras posibles respuestas ellos mismos a las preguntas que tienen, o que les den diferentes alternativas de soluciones a los problemas que se enfrentan, para de entre todos ellos, elegir los más realistas.
Exposición gradual
Imponerles dejar de usar la mascarilla no ayudará a solucionar el problema. Necesitamos que estén seguros y confiados de hacerlo, y para ello lo mejor es ir haciéndolo de a poco. Para conseguirlo, hay que ir trabajando todos aquellos aspectos que le dan miedo para que por sus propios medios comiencen a sentirse cada día un poco mejor sin ella, a la vez que podemos ir creando situaciones y espacios de cortos períodos de tiempo, en los que se sientan más seguros sin necesidad de utilizar la mascarilla.
Primero en familia
Es una buena idea realizar actividades en familia y al aire libre, evitando espacios cerrados y con muchas personas, para que vean al resto de miembros de la familia sin mascarilla e invitarle a que se la quite (sin obligarle), y así comiencen a pasar ratos sin la mascarilla y de esa forma vayan habituándose a estar con la cara al descubierto nuevamente y aun así sentirse bien. Esos cortos períodos de tiempo, pueden ir poco a poco siendo más largos, e incorporando a más personas en las actividades a medida que vayan pasando los días.
Fomentar una autoestima sana
Seguramente detrás de todos estos miedos, se encuentren otros problemas ocultos, entre ellos, una baja autoestima. El miedo a dejar la mascarilla es solo la punta del iceberg, lo que vemos del problema que en realidad es más grande y está debajo. Por lo tanto es muy importante atender a esta señal que nos ha dado nuestro hijo/a e intentar buscar la raíz del problema para trabajar sobre ello, y así ver los resultados de manera más segura y rápida. En la etapa de la adolescencia, se experimentan muchos cambios a nivel físico y emocional, y tienen muchas más inseguridades y hacen que les cueste más mostrarse tal y como son, por lo tanto tener la mitad de la cara sin ser expuesta a la sociedad, es algo que a muchos les resultará más cómodo que al contrario.
Fomenta pensamientos positivos
Actualmente la situación pandémica está controlada, y el uso de la mascarilla ha dejado de ser obligatorio, entre otros motivos, gracias al alto porcentaje de población inmunizada por la vacunación. Buscar todo lo positivo que nos brinda el poder dejar la mascarilla a un lado, es un excelente ejercicio para darle una mirada más favorable a la situación. Podemos resaltar aspectos como que ahora podemos volver a ver la sonrisa de los demás, y al ver con menos dificultad el estado emocional de las personas, podemos responder mejor a ello, y eso hace que las relaciones sociales sean mucho mejor, ya no existe esa barrera visual que también lo era un tanto emocional, que nos impedía en un alto porcentaje ver la cara de los demás.
Rituales de despedida
Basándonos en todos esos pensamientos positivos que fuimos capaces de generar, podemos aprovechar la oportunidad para hacer una pequeña celebración a modo de ritual de despedida. Será una ocasión para conectar emocionalmente, utilizar el sentido del humor, vivir un buen rato en familia, y resaltar que poder dejar de utilizarlas es algo positivo. Se puede organizar una tarde de camping al aire libre, y de manera simbólica dejar todas las mascarillas dentro de una caja en el medio, para luego poder tirarlas y así simbolizar su despedida.
Lo más importante en estas situaciones no es que tu hijo utilice o no la mascarilla, sino que es encontrar el verdadero motivo por el cual no se siente cómodo volviendo a mostrar su cara, y trabajar sobre ello, para de esa manera encontrar juntos la solución.
Mariana Capurro
Psicóloga, Asesora de familia en Disciplina positiva, Crianza Consciente y Educación emocional.