20 de Marzo: ¡Un día para ser feliz!

No creas que el Día Internacional de la Felicidad es un invento de una marca de refrescos: debemos esta efemérides nada más y nada menos que a la Asamblea General de Naciones Unidas, que lo instituyó en 2012, y se celebra desde 2013. Su objetivo es destacar la importancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones humanas y que los gobiernos del mundo la tengan en cuenta a la hora de diseñar sus políticas. La idea partió de una iniciativa del Reino de Bután, que considera la Felicidad Nacional Bruta más importante que el Producto Interior Bruto.

Lo que está claro es que si le preguntas a cualquier padre o madre qué quiere para sus hijos (incluso qué es lo que más desea en su vida en general) la respuesta que recibirás, casi siempre, es: “Que sea feliz”. Es así. La felicidad de nuestros niños es la diana a la que apuntan muchas de nuestras decisiones y muchos de nuestros anhelos.

La felicidad como prioridad es, en sí, un lujo, aunque sea un lujo necesario. Es producto de las sociedades del bienestar, donde lo básico está garantizado. Posiblemente, nuestros abuelos habrían contestado a la pregunta de qué quieres para tus hijo algo así como “que sea un hombre de provecho” o “que se pueda defender bien en la vida”. Hoy en día sabemos que eso es fundamental, pero que hace falta mucho más para tener una vida plena.

Por eso queremos compartir contigo algunas reflexiones, ideas y propuestas relacionadas con la felicidad… ¡y animarte a ponerlas en práctica, claro!

Las 10 “obligaciones” del niño. ¿Sabes cuáles son? Están en la Convención de los Derechos del Niño y hemos reunido las más importantes para ti.

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El amor incondicional de los padres es fuente de felicidad, presente y futura, para los niños. Es así. Los niños no “necesitan” un determinado estilo de crianza, vacaciones exóticas o una videoconsola para ser felices. Lo que necesita cualquier niño es sentirse querido.

Lo perfecto es enemigo de lo mejor. Y, además, no existe. Deja de perseguir una idea inalcanzable de maternidad como si fuera el Santo Grial. En lugar de eso, repasa el Decálogo de la madre maravillosamente imperfecta y quiérete mucho, que te lo mereces.

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Sobreproteger es desproteger. Por eso hablamos de las claves para no criar a un “hiperniño” y no convertirnos en padres-tigre, padres-helicóptero o padres-mánager.