Los cuidados del recién nacido
¿Serán capaces de cuidarlo como se merece? ¿Sabrán si le duele algo? ¿Y si no consiguen dormirlo? ¿Cómo sabrán que ha comido lo que necesita? Estas y otras decenas de preguntas similares suelen estar en la lista de casi todos los padres “debutantes”. Sin embargo, hay menos cosas de las que preocuparse de lo que parece. Los bebés son más fuertes de lo que imaginamos, y además ponen de su parte para que sus progenitores aprendan a ser unos magníficos padres. Si contamos de antemano con unas nociones básicas que nos aclaren dudas, el día a día se encargará del resto. Estas son algunas de ellas.
El sueño. Poco a poco, el bebé irá regulando sus horarios, que casi siempre estarán relacionados con sus tomas (dormirá después de ellas y se despertará cuando le toque la siguiente). Por eso no conviene intentar imponerle unos horarios determinados. Él sólo aprenderá a dormir. En cuanto a la cantidad de sueño que necesita, lo habitual es que duerma hasta 17 horas repartidas a lo largo de todo un día aunque hay bebés que pueden dormir mucho menos. En cuanto a la postura para dormir, los pediatras recomiendan acostarlo boca arriba o de lado. Es una de las precauciones que debemos tomar para evitar la muerte súbita.
La alimentación. La cantidad para alimentar a un recién nacido es difícil de precisar, pero al principio se recomienda que la comida –sea pecho o biberón- se le suministre a demanda, es decir, cuando creamos que quiere comer y en la cantidad que él pida (si el bebé no quiere más suele apartarse del pecho o del biberón. Aunque puede ser un simple descanso para retomar fuerzas y volver a por más, si pasados unos minutos sigue sin coger el pecho o la tetina del biberón, es que se ha dado por satisfecho). En todo caso, conviene no dejar pasar demasiado tiempo (más de tres o cuatro horas) sin darle una toma, también durante la noche.
El llanto. Aunque nos inquiete, de momento es su única forma de comunicación con el mundo, por lo que es natural que la utilice para casi todo, incluso cualquier pequeñísima molestia. Cuando el llanto es más enérgico y no cesa, puede tratarse de los habituales cólicos del lactante, que es posible que aparezcan desde las primeras tomas de leche debido a que la haya tomado muy rápido o a que no haya eliminado bien los gases.
El cordón umbilical. La higiene del cordón umbilical debe ser diaria, con agua y jabón líquido. Es importante secar bien la zona después del baño con una gasa estéril. En caso de enrojecimiento en la zona del ombligo, lo más conveniente es limpiarla con una solución desinfectante (tipo clorhexidina o povidona). Una vez desprendido el cordón umbilical, hay que mantener la misma limpieza cuidadosa en la zona del ombligo durante el baño diario. Con ello prevenimos las posibles infecciones localizadas en esta zona, que se conocen con el nombre de onfalitis.
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