¿Qué es la placenta envejecida?

La placenta es un órgano muy peculiar, ya que tiene un ciclo de vida muy corto y, una vez cumplida su función, el cuerpo se desprende de él. La placenta se forma alrededor de las 12 semanas de embarazo, madura y se desarrolla con una gran capacidad de regeneración. Sin embargo, a medida que nos acercamos a las últimas etapas de embarazo, va perdiendo esta capacidad y se va calcificando. Es normal que la placenta envejezca durante el último mes, y ya no cumple su función una vez transcurridas 42 semanas (de ahí el motivo en que se induzcan los partos que se pasan de fecha).

¿Cuándo se considera envejecida a una placenta?

El problema está en que algunas veces, la placenta envejece antes de tiempo. Se habla de placentas de grado I, II o III según su grado de calcificación. Si antes de las 34 semanas de embarazo ha alcanzado grados II o III, puede no proveer al bebé de suficientes nutrientes. Esto se aprecia mediante ecografías que muestran que el crecimiento del bebé no se corresponde con su edad gestacional.

Qué se debe hacer

En principio, ante los primeros indicadores de placenta envejecida, el médico ordenará controles más frecuentes para monitorear el crecimiento del bebé, sus latidos y su oxigenación. Pero en el caso de que la placenta ya no esté cumpliendo correctamente con su función, lo más probable es que se induzca el parto o se realice una cesárea. No debes asustarte. Un bebé de 34 semanas de gestación tiene muchísimas posibilidades de nacer sin mayores complicaciones, aunque si pesa menos de 2,5 kilos deberá recibir un tiempo de cuidados neonatales intensivos.

Factores de riesgo

Algunas mujeres presentan más riesgos de desarrollar envejecimiento placentario. En principio, aquellas que fuman, las que padecen de preeclampsia o de tensión arterial alta, las que han desarrollado diabetes gestacional o quienes sufren de cálculos renales. También es más probable sufrir de placenta envejecida si antes de este embarazo has tenido una o más cesáreas.